Táctica Neuronal: ¿Qué pasa en el cerebro cuando vemos fútbol?
- Neurociencias Javeriana
- 4 sept
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Metaforizando, como nos gusta, pensemos que el estadio es corteza, las tribunas son sinapsis, y cada corazón que late por fervor a una camiseta se convierte en neurona encendida. Hoy, jueves 4 de septiembre de 2025, cuando Colombia reciba a Bolivia en el Metropolitano de Barranquilla con la clasificación al Mundial 2026 a un paso, no solo se juega un partido en la cancha, también continúa un campeonato dentro del cerebro de millones de hinchas.
Cuando la pelota rueda, el sistema de recompensa del cerebro se enciende como un tablero de luces. La dopamina circula en ráfagas cada vez que Colombia se acerca al área, y explota en un gol con su respectiva pirotecnia interna cuando la red se mueve. No es solo un festejo colectivo, es química pura, el placer de la victoria registrado en cada sinapsis. El fútbol es un péndulo emocional. La serotonina sostiene la calma, pero un tiro al palo, a veces más que un gol, puede disparar el cortisol, esa hormona del estrés que nos hace saltar de la silla. En noventa minutos vivimos lo que en otros contextos tomaría semanas, la alegría, la angustia, la esperanza y la catarsis. Ver fútbol es sentir cómo el cerebro se convierte en escenario dramático.
Cuando Luis Díaz encara y gambetea, el hincha no solo mira, también juega. Las neuronas espejo del cerebro replican los movimientos como si la pierna que engancha fuera nuestra. Esa ilusión motora nos convierte en protagonistas invisibles del partido, corriendo cada metro en sincronía con el equipo. El gol de Rincón, el que no fue de Yepes o el de hoy de Dayro, son archivos vivos en el hipocampo. La memoria futbolera nos une como país, creando identidad a través de jugadas que nunca se olvidan. Cada generación tiene su relato, y hoy el guion se sigue escribiendo. Colombia suma 22 puntos en la tabla. Una victoria contra Bolivia nos pondría en 25 y aseguraría matemáticamente la clasificación al Mundial 2026. El cerebro del país entero ya late en modo eliminatoria: las pupilas se dilatan, el corazón acelera y la amígdala prepara la emoción. Esta noche, cada pase será un estímulo, cada atajada una descarga eléctrica, cada gol un estallido neuronal.
Ver fútbol no es solo entretenimiento. Es un ritual que mezcla ciencia y pasión, un tejido de emociones químicas y recuerdos colectivos. Hoy, cuando el árbitro pite y nuestras gargantas exploten, la pirotecnia se la juega también en el cerebro, allí donde la dopamina celebra, la alegria canta y la esperanza se siente recompensada.





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