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Más allá de las neuronas ¿por qué la salud del cerebro depende de todo el cuerpo?

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    Neurociencias Javeriana
  • hace 2 días
  • 4 Min. de lectura

Un artículo publicado en Nature cambia el paradigma de la salud mental. Exposoma y la salud cerebral, una mirada integral al bienestar mental


Durante décadas, la neurociencia ha intentado responder una pregunta esencial: ¿qué determina realmente la salud de nuestro cerebro? Tradicionalmente, las respuestas se han buscado dentro del propio órgano, en sus neuronas, conexiones, moléculas o genes. Sin embargo, un reciente artículo publicado en Nature Communications propone un cambio de paradigma profundo: la salud cerebral no puede entenderse sin el cuerpo, el entorno y la historia de vida que lo rodean.


El estudio, titulado Computational whole-body-exposome models for global precision brain health, fue desarrollado por un equipo internacional de investigadores liderado por Agustín Ibáñez y Sandra Báez, y cuenta con la participación de referentes mundiales en salud cerebral como Victor Valcour, Bruce Miller y Hernando Santamaría. La diversidad disciplinar y geográfica del equipo, que integra neurociencia, psiquiatría, ciencias de datos y salud pública, refuerza el impacto para una nueva forma de analizar la salud cerebral. El trabajo plantea que el cerebro no funciona como un sistema aislado, sino como parte de un entramado complejo donde interactúan factores biológicos, ambientales, sociales y culturales. Para capturar esa complejidad, los autores proponen un marco innovador basado en modelos computacionales del exposoma corporal completo, capaces de integrar múltiples dimensiones de la experiencia humana para avanzar hacia una verdadera salud cerebral de precisión. El concepto central que articula este enfoque es el exposoma: el conjunto de exposiciones que una persona acumula a lo largo de su vida. Esto incluye desde la alimentación, el ejercicio y la calidad del sueño, hasta el estrés crónico, la contaminación ambiental, el nivel socioeconómico, el acceso a servicios de salud, la educación y las relaciones sociales. Todas estas variables dejan huellas en el cuerpo y, de manera directa o indirecta, influyen en el funcionamiento del cerebro.


Uno de los principales problemas que identifica el artículo es que gran parte de la investigación en neurociencia se ha construido a partir de aproximaciones fragmentadas. Algunos estudios analizan imágenes cerebrales, otros datos genéticos, otros pruebas cognitivas. Pero rara vez estos datos se integran entre sí, y casi nunca se conectan de manera sistemática con el contexto social y ambiental de las personas. Como resultado, muchos hallazgos funcionan bien en condiciones experimentales controladas, pero pierden fuerza cuando se intenta aplicarlos a poblaciones reales, diversas y atravesadas por desigualdades. Para enfrentar este límite, el equipo propone modelos computacionales capaces de integrar datos multimodales, con información del cerebro, del cuerpo entero y del entorno en el que viven las personas. Estos modelos no buscan establecer una “norma universal” de salud cerebral, sino comprender la diversidad de trayectorias individuales, reconociendo que no todas las personas envejecen, enferman o responden de la misma manera a los riesgos y a las intervenciones.


Esta perspectiva dialoga directamente con las líneas de trabajo del Laboratorio de Cognición, Neurociencia y Contextode la Universidad Javeriana, donde la salud cerebral se entiende como un fenómeno situado, dinámico y profundamente influenciado por las condiciones de vida. Desde esta mirada, procesos como la cognición, la emoción, la percepción y la conducta no pueden separarse del contexto social, histórico y cultural en el que emergen. En este marco se inscribe el proyecto D43 Colombia, una iniciativa de formación avanzada orientada a fortalecer capacidades locales en investigación en salud cerebral. El D43 promueve enfoques interdisciplinarios, metodologías integrativas y una comprensión contextualizada del cerebro, alineándose con la propuesta del paper al reconocer que la ciencia de frontera debe dialogar con las realidades sociales de América Latina.


El artículo también subraya una dimensión ética clave. Gran parte de los modelos actuales de salud cerebral se basan en datos provenientes de países de altos ingresos, lo que limita su aplicabilidad global. Integrar el exposoma y la diversidad poblacional no solo mejora la precisión científica, sino que contribuye a una investigación más equitativa. En regiones como Colombia, donde factores como la desigualdad, la violencia, el estrés crónico o el acceso limitado a servicios de salud forman parte del día a día, este enfoque resulta especialmente pertinente. Los autores destacan el papel de la tecnología y la inteligencia artificial como herramientas indispensables para integrar esta complejidad. Los volúmenes de datos que requiere este enfoque son enormes, y solo mediante modelos computacionales avanzados es posible identificar patrones, anticipar riesgos y diseñar estrategias personalizadas de cuidado cerebral. No obstante, advierten que estos desarrollos deben construirse con responsabilidad, transparencia y colaboración interdisciplinaria.

En conjunto, este trabajo propone una neurociencia que no se limita al laboratorio ni al cerebro aislado, sino que se conecta con la vida cotidiana, las desigualdades sociales y las condiciones reales en las que las personas nacen, crecen y envejecen. Pensar la salud cerebral desde el cuerpo entero y el entorno no solo amplía nuestro conocimiento, sino que ofrece una base más sólida para diseñar políticas públicas, programas de prevención y estrategias de cuidado más justas y efectivas.

Para contextos como el colombiano y el latinoamericano, este enfoque no es una abstracción teórica, sino una urgencia. El mensaje central es claro, cuidar el cerebro implica también cuidar los entornos, las comunidades y las condiciones de vida que lo hacen posible.

Referencia: Ibáñez, A., Báez, S., Valcour, V., Miller, B., Santamaría, H., et al. Computational whole-body-exposome models for global precision brain health. Nature Communications (2025).

 
 
 

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